Las superficies no solo tienen que alisarse cuando las irregularidades del tratamiento previo son un problema, sino también para eliminar marcas de rectificados o arañazos, o cuando sobre las piezas se adhieren restos de la piel de la fundición.
El acabado de superficies permite alcanzar de forma selectiva prácticamente cualquier calidad de superficie que se desee en piezas de los más distintos materiales como, por ejemplo, aluminio, latón, acero o acero inoxidable.
Dado que el proceso equivale al desbarbado, en el alisado también se desbarban y redondean los cantos.
La calidad de la superficie está determinada esencialmente por el tipo y el ajuste de la máquina, así como por el material de las piezas.
De igual relevancia resultan los cuerpos abrasivos. Los que tienen mayor capacidad abrasiva generan superficies más ásperas que los menos abrasivos. El patrón de aspereza también se puede controlar seleccionando geometrías concretas de los cuerpos abrasivos.